La vida es un albur
¡Hola chik@bunes!
¿Cómo les va?
La historia de hoy, como todas
las anteriores está basada en un hecho real, cambiamos nombres y no se relata
tal cual, pero se intenta que a través de estas líneas aprendamos de desconocidos
que se vuelven el protagonista de una narración, esta puede quizás solo entretener
o darnos una gran enseñanza. Esperamos que sea de su agrado.
La
vida es un albur
Hace muchos años una mujer muy
joven llamada Elena comenzó a tener un noviazgo con el hijo de su patrón; de esa
relación nació un pequeño llamado Eleazar, cuando la familia se enteró le dieron
la espalda a Elena y se rehusaron a que su hijo se casará con una empleada, ella
tuvo que criar sola a su hijo, en una época en donde era muy mal visto a una
mujer con un niño nacido fuera del matrimonio.
Eleazar creció gracias al
apoyo incondicional de su madre, era un chico sumamente creativo, trabajador y
responsable. Comenzó desde muy joven a comprar pequeños terrenos hasta que
logro tener una hectárea, levanto su casa de adobe y todas las tardes iba por
piedras al río para hacer su camino. Labraba rocas con un cincel para hacer el
bebedero de sus animales, esculpía los cuernos de los toros para poder guardar
la pólvora o las municiones de sus retrocargas, excavo su pozo e inclusive fabrico
los muebles de su casa y su oficio era la albañilería. Después de algunos años Eleazar se caso y tuvo
hijos.
Eleazar murió primero. Sus hijos crecieron y siguieron su oficio, trabajaban en el Distrito y su madre se quedaba en casa cuidando los animales. La señora Luz, aunque era muy trabajadora, hogareña y responsable, nunca aprendió a leer y escribir, sus padres no la mandaron a la escuela porque para esa época a la mujer no se le daba estudio, no había necesidad, pues se iba a casar.
Un día un hombre avaro comenzó
a visitar a Doña Luz tratándola de convencer que le vendiera unos cuantos
metros cuadrados para poder levantar su casa. La señora se negaba le decía que ella
sola no podía tomar esas decisiones que antes tenía que comentarles a sus
hijos. El hombre volvió a ir, el segundo día llevo un gran banquete, carne, un
dulce pulque, pasteles y delicias que no eran comunes para la señora, le dio de
comer y de beber hasta emborracharla completamente, le volvió a pedir que le
firmara, la señora le dijo que ni firma tenía porque no sabía leer ni escribir,
eso, el joven ya lo sabía. La señora en estado de ebriedad le comentó que tenía
ciertas necesidades económicas aquel hombre le dijo que le prestaría dinero, que
solo le firmará un pagaré, aunque en realidad lo que le hizo firmar fue un contrato
de compra venta, Doña Luz puso su huella digital en cada papel, confiando en que
solo se estaba endeudando.
El fin de semana cuando
estaban los hijos las autoridades llegaron pidiendo que sacaran sus animales porque
estaban invadiendo la propiedad privada de su vecino, los hijos desconcertados
preguntaron qué sucedía cuando el oficial mostró el papel, los hijos le
pidieron a su madre que les explicará a quién y cuándo había vendido. Doña Luz
lloraba muy apenada porque por un banquete había regalado el patrimonio que
con tanto esfuerzo su esposo había obtenido.
Aunque los hijos trataron de
organizarse, entre ellos comenzaron haber conflictos y la única oportunidad que
tenían para rescatar sus tierras la perdieron al no comunicarse y tomar decisiones
erróneas e ignorantes sobre cómo proceder ante ese tipo de situaciones. Sin
saberlo Doña Luz solo se quedó con 1000 metros cuadrados y le dejo el resto al
hombre avaro por la una miseria de dinero.
Con el paso de los años los hijos se casaron y al igual que su padre se comenzaron a hacer de sus propias tierras y muchos otros vivían en el pequeño pedacito de terreno que les habían dado. El hombre encajoso comenzó a dividir todo el terreno que había robado y de cada lote que vendía obtenía más ganancias de lo que pudo esperar. Su avaricia le ganó tanto que hubo un momento que sin darse cuenta se quedó encerrado y después tuvo que comprarles una pequeña entrada a los que había vendido para poder acceder a su casa.
Aquel hombre avaro sin darse
cuenta vendió a jóvenes que se terminarían casando con nietas de la familia de Doña
Luz y de Don Eleazar, su sangre terminaría habitando aquellas tierras que en su
momento se habían conseguido con mucho trabajo y esfuerzo.
La vida es un albur, en
ocasiones se piensa que sé es muy listo por aprovecharse del más indefenso, pero
en realidad cuando hacemos eso, apenas comienza el juego, en donde la vida
mueve tan bien las piezas que termina poniendo a cada cual en su lugar.
Espero que esta historia vaya
más allá del entretenimiento y les haya dejado una gran enseñanza como me la
dio a mí.
Buenas noches
Derechos de
autor a la imagen a quien corresponda.

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