Las dos caras de la moneda
¡Hola chik@bunes!
Díganme, ¿Alguna vez
han rechazado a alguien y después se han arrepentido de haberlo hecho? ¿Alguna vez haz agradecido un desaire?
Pues la historia de
hoy, nos habla del rechazo que sufrió un señor llamado Félix.
Un sábado por la
tarde me disponía a visitar a mis padres como cada quince días. Al subir al
camión note que casi todos los lugares estaban ocupados excepto un asiento que se
encontraba al final del autobús, un señor retiro su mochila y me dejo sentarme
a su lado.
Aquel hombre se veía muy curioso, se notaba un poco desalineado, traía unos zapatos grandes de casquillos, un pantalón manchado y una playera un poco maltratada. Su rostro era el de un hombre grande, era moreno, con cabello y barba negra. Traía un pastel junto a su mochila de trabajo.
En cuanto me senté le
agradecí por quitar su mochila y cederme el lugar. Comenzamos a platicar sobre
el pastel, me dijo que era para su Chaparrita, supuse que era para su niña,
pero él me dijo que era para su esposa.
El señor Félix me preguntó
si era soltera o casada y le comenté que era soltera, me dijo a manera de consejo
que no cometiera el error de fijarme en un catrín flojo, bueno para nada; que a
veces los hombres que valían la pena se escondían en aquellos que estaban
desalineados porque se encontraban trabajando. “¡No le vaya a pasar como a Mari!”
- ¿Quién es Mari? Pregunte de inmediato.
Mari era una chica que
le gustaba mucho al señor cuando él era más joven, él siempre la invitaba a
salir, pero Mari lo rechazaba porque lo veía mugroso. Félix trabajaba en un taller mecánico como
aprendiz. Mari prefería salir con Rubén, un muchacho que ni trabajaba pero que
andaba bien “prendido” por la calle. Don Félix se cansó de insistir a Mari y
poco tiempo después se entero de que se había ido con el tal Rubén, el
cantricillo que no sabía hacer nada.
Don Félix me platicaba
que se había sentido muy triste cuando se entero de aquella noticia. Él era huérfano,
sólo vivía con su abuela y ella le había dicho que no tenía caso que sufriera
por alguien que no lo había valorado. Así lo hizo el señor Félix, continúo
trabajando, comenzó a hacer su casa y decidió salir con otras muchachas.
Comenzó a salir con
Tere, una chica de familia que también se le hacía bonita. La invito a salir a
una fiesta de XV años, tan contentos estaban viendo el vals, disfrutando del
pastel y de la fiesta que se olvidaron de la hora, eran las 2:00 de la mañana
cuando los jóvenes se dieron cuenta y se fueron corriendo a la casa de Tere.
Los padres de Tere le dijeron a Don Félix que esas no eran horas de llevar a
una señorita decente a su casa que ya se la llevará, que ellos no la aceptarían.
Al parecer las costumbres y creencias eran muy diferentes a las de ahora.
Don Feliz se encontraba
muy apenado y Tere muy triste. Ella soñaba con salir de blanco de su casa no de esa
manera, sin embargo, tras lo ocurrido se tuvo que ir con Félix. Él decía
que ni un beso le había dado a Tere que solo estaban saliendo, ni novios eran cuando ocurrió esa situación. Al llegar a la casa de la abuela, le contaron lo
sucedido. Tere se quedó en el cuarto de Félix y él en un sillón. “Nunca le falte
al respeto” decía el señor.
Todos los días llegaba a platicar con Tere
sobre cómo le había ido en el trabajo y ella le comentaba lo que le había enseñado la abuela, de ser amigos, decidieron ser novios y hasta los seis meses
que arreglo su casa, la tomo como su mujer. Don Félix se enamoró y al aparecer
así seguía de Tere a la que llamaba afectuosamente como su “Chaparrita”. Se
casaron por el civil y por la iglesia. Trabajo arduamente para cumplirle su sueño de
sacarla de blanco, tuvieron dos niñas.
Sin embargo, cierto día, a Don Félix lo mandaron a dejar un carro y cuando venía de regreso, se encontró en la parada del camión a Mari, el gran amor de su vida de joven. “Pobre Mari, estaba embarazada, con un niño en brazos y otro grandecito jalando”. Estaba esperando el camión para llevar a su niño al médico, tenía unas ronchas en el cuerpo, parecía tener varicela. Mari se encontraba agotada, desalineada, chimuela, muy delgada y con una mirada sumamente triste. No era ni la sombra de la mujer que era antes.
-Mari, ¿cómo te ha ido? Le preguntó Félix, ella parecía no reconocerlo hasta que él le dijo quien era. Al reconocerlo se soltó a llorar, le comentó que Rubén la engañaba y que no le ayudaba con los niños. El señor Félix al ver a su amiga en medio de tanta preocupación, la acompaño al médico.
Al parecer su niño tenía varicela y la enfermera la regaño por traer al niño rosado. Al salir del centro de salud, Félix les invito unos tacos de canasta, le compro un paquete de pañales y leche para sus niños. Cuando le dijo que se tenía que ir, Mari le comento que ella estaba dispuesta a irse con él, Félix le dijo que ya estaba casado y que estaba contento con Tere. Fue enfático y le explico que la había ayudado en recuerdo de su amistad. Le dio dinero y le dijo que se cuidará. Mari le comento que había sido muy tonta y se arrepentía haber sido tan grosera cuando era más chica. Félix sin decir nada se alejó y tomo su transporte.
Pensativo el señor Félix, me decía
que no le había gustado ver de esa manera a su amiga, pero que al final había
sido la decisión de la chica, pero que, al contrario de ella, él se sentía
contento de que lo hubiera rechazado, de no haber sido por esa situación no
habría conocido a Tere.
¿Cómo ven?
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