Entre copas con Lina /II La primera ilusión
La primera ilusión
Sentadas en la casa de Lina, con
copas y dispuestas a escuchar a su amiga, la abrazaban y le pedían que les
contará lo que le afligía.
-Era una chiquilla que trabajaba
en una tienda de curiosidades mientras estudiaba la carrera. Recuerdo que un día se me había hecho tan
tarde que ni tiempo me dio de peinarme, iba más greñuda de lo normal y para
variar era un día lluvioso lo que provocaba que la humedad hiciera ver más
horrible mi cabello.
Mi mejor amiga y yo disfrutábamos de la tarde lluviosa
que hacía correr a toda la gente, cuando de pronto; paso un chico, era alto,
tenía unos ojos negros muy coquetos y una sonrisa singular, el chico volteo a
vernos y mi mejor amiga comenzó a hacerme burla. ¡Pero por favor! ¿cuándo un
chico tan guapo se fijaría en mi y luego con ese cabello tan esponjado? En fin,
paso aquel chico y nos olvidamos de aquel momento.
La lluvia comenzó a caer intensamente
y me apresuré a meter unos cuadros mientras mi amiga se fue a sus deberes, dejándome
trabajar. Mientras metía los cuadros, escuche una voz que me preguntaba mi
nombre, quería comenzar a decir qué podía preguntar sin compromiso, pero aquel
chico al que antes habíamos visto caminar por la calle, comenzó a charlar
conmigo como si ya nos conociéramos. La charla era muy amena, platicábamos de
todo y tenía un sentido del humor que era casi imposible ignorar, sin embargo,
aquel muchacho era un poco atrevido, me pregunto si alguna vez alguien me había
robado un beso, indignada por la pregunta le conteste que no y que no estaba
interesada en ese tipo de robos ni en ningún otro. Para ese entonces yo no había
tenido un novio o dado por lo menos un beso. ¡Te imaginas! ¿cómo pensar en la
idea de besar a un desconocido? Guapo, pero al fin desconocido. Si lo hubiera
conocido en esta época sabría que aquel joven no era más que un rompe corazones
o una especie de colibrí que sólo quería andar de flor en flor. Bueno pues
antes de que se fuera aquel desconocido, me dijo que se sentía 100% atraído por
mí, no un 50% o un 90%, un 100% y me pidió un correo o mi teléfono para podernos
comunicar, le di mi correo. ¡Lo sé, actué como una loca! Pero debo confesar,
que nunca nadie me había halagado tanto, es más a nadie le gustaba, creo que
resultaba siempre invisible para todos los muchachos que me resultaban
interesantes, quizás la falta de reconocimiento propio ocasiono que me impresionará
tanto.
-
¿Qué locura ibas a hacer? Por Dios necesitamos
revisar tu concepto de locura, comenzó a decir Susan riéndose de las palabras
de Lina.
Los días pasaron, me mando
solicitud el chico, pero supuse que todo se quedaría en una simple platica. ¡Ni
se imaginan lo que pasó! Un sábado por la tarde cuando venía de regreso de misa
con mi madre, mis hermanas me mandaron un mensaje, supuestamente un chico había
llegado a buscarme, inmediatamente supuse que era una broma y que mis hermanas
querían que llegáramos temprano a la casa.
Cuando veníamos por la avenida
principal, no lo podía creer; era cierto el chico desconocido que había visto
semanas antes venía caminando con una rosa, mi corazón comenzó a pensar que era
para mí pero mi cerebro me decía que siguiera mi camino y que dejará de pensar
en tonterías, el chico se detuvo frente a ambas, me saludo y me dio la rosa. Le
presente a mi madre y ella como toda una alcahueta me dejo salir con el chico
desconocido. Pues resulta que Santiago había preguntado a mis compañeras del
trabajo donde vivía, preguntando a la gente que encontraba, desde las señoras
de la tienda, hasta los del puesto de tamales.
Describiéndome y preguntando por mi halló donde vivía. Ese detalle tan
romántico haría que me ilusionara profundamente de él. Platicamos toda la tarde
y me hacía sentir como la chica más bella y especial, creo que esa debería de
ser una cualidad de todas las personas.
Santiago sólo venia cuando
visitaba a unos parientes por lo que casi no lo veía, sólo nos comunicábamos por
mensajes. Deje secar la rosa que me
regalo en las páginas de un libro y le mande la fotografía de los pétalos secos
dejando ver palabras bellas como beso, bendición o bendito, eran sustantivos
comunes que expresaban lo contenta que estaba con ese amor de verano, ese amor
lejano que era lo más cercano al amor del que hablaban las canciones o las
novelas románticas.
Le dedicaba canciones, mensajes,
poemas y hacia miles de oraciones de agradecimiento por conocer el sentimiento
del amor romántico. Estaba enamorada.
-
¿Y luego? ¿Dónde está el drama? Preguntó Agatha.

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